Fernando Zumbado,
economista
En noviembre de 1976, en el Teatro Nacional celebramos un simposio sobre la Costa Rica del año 2000, organizado por la Oficina de Planificación Nacional, bajo mi cargo, siendo Presidente don Daniel Oduber y ministro don Oscar Arias.
Nos tocó la organización del evento que en ocasiones juntó a quienes habían sido “enconados” rivales. Una fotografía recoge el momento de una conversación en la mesa principal entre Mario Echandi, José Figueres Ferrer y Manuel Mora, quienes fueron comentaristas de la primera mesa redonda.
Durante los 5 días que duró el evento hubo teatro lleno y fue así una verdadera celebración de un país democrático, pensando en su futuro.
Hoy, a los 45 años de aquel evento, se me ocurre que revisar el documento es un buen ejercicio para captar al menos un sentido del ambiente e inquietudes de un sector importante de la clase política del país, en aquel entonces, así como de las aspiraciones sobre el desarrollo económico y social del país.
En el ministerio de Planificación me correspondía trabajar sobre el desarrollo regional y urbano, y nuestra ponencia trataba ese tema recogiendo los trabajos que veníamos haciendo sobre el uso del territorio.
Nos preocupaba en particular el crecimiento desordenado en la región central, sobre todo en la Gran Área Metropolitana. También nos inquietaban las disparidades regionales observadas en una serie de indicadores como servicios, educación, salud etc.
Llama la atención como en 1973 el 56% de las viviendas ubicadas en la región central tenía el servicio de alcantarillado sanitario o tanque séptico; el otro 44 % hacía uso de otro medio para la disposición de excretas.
La situación contrasta con el Pacífico Norte, donde el 88% de las viviendas cae en la categoría de otros medios en aquel entonces.
Valga la pena mencionar que dentro de nuestras preocupaciones estaba la capacidad administrativa para lograr una buena utilización del territorio. Sobre todo la atomización que se daba y da todavía en la Gran Área Metropolitana.
Pensamos plantear abiertamente la idea de crear un distrito metropolitano, que abarcara lo que hoy son 12 municipios, bajo la lógica de que Guadalupe por ejemplo comparte los mismos problemas que San José o San Pedro y que una visión de conjunto era necesaria y podría incluso ahorrar recursos.
No lo hicimos en aquel momento. Posteriormente, cuando se discutió esta posibilidad encontró lo que era esperable, la oposición de los líderes locales que veían el riesgo de perder vigencia. Es una idea a la que tal vez le llegue su momento y que considero que merece ser discutida.
En aquellos años no existía la figura del alcalde, sino la del ejecutivo municipal. Hoy se discute la posibilidad de limitar la reelección de alcaldes, tema que parece tener buen ambiente en la población, pero creo que en un futuro deberíamos ir más allá y revisar otros aspectos del régimen municipal como el señalado.
Con la lectura de la publicación, me surge la inquietud de estudiar cómo llegamos al siglo 2000, comparado a lo que aspirábamos en el 76 y a como estamos ahora.
¡Una tarea pendiente que me impongo desde ya!
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